viernes, 20 de abril de 2012

Valencia Basket, un digno finalista de la Eurocup 2012.




Planinic le roba la corona al Valencia Basket (77-68)No pudo ser. El Valencia Basket rozó el título de la Eurocup, pero el BC Khimki fue mejor en los últimos dos minutos y se impuso por 77-68. Caner-Medley, monumental con 21 puntos y 35 de vloración
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Foto Euroleague/Getty

Redacción, 15 Abr. 2012.- El Valencia Basket se quedó muy cerca de convertirse en el rey de la Eurocup, rozando un tercer título para sus vitrinas que la heroica actuación de Caner-Medley -38 de valoración- bien hubiera merecido. Al igual que ocurriese el pasado año cuando el Unics Kazan tumbó al entonces denominado Cajasol, un conjunto ruso interrumpía el sueño europeo del representante de la Liga Endesa.

Y el gran culpable fue un Planinic que desde el inicio puso la chispa donde solo había un encuentro trabado y con una enorme espesura en ataque. El base del BC Khimki, dominador desde el inicio, logró que la diferencia local se disparase del 16-15 del primer cuarto al 28-19 del ecuador del segundo e incluso apagó la remontada valenciana con 5 puntos seguidos para dejar el marcador en 37-30 al descanso.

En el tercer cuarto, la versatilidad de Caner-Medley y los puntos de un Lishchuk inmenso provocaron un 2-10 de parcial que le dio la vuelta por fin al partido (41-42, m.24). El conjunto de Kurtinaitis, no obstante, no se vino abajo y resistió a la exhibición de Nik con canastas clave que le permitían llegar por delante al cuarto decisivo (52-50). En él, el Valencia BC ilusionó a su afición, la desplazada a Moscú y la que empujaba desde las pantallas gigantes instaladas en La Fonteta, con tres triples casi seguidos que empataron el partido a 66 a falta de dos minutos para el final.

Sin embargo, la sangre fría de Fridzon y el mayor acierto del cuadro ruso en los instantes de la verdad, permitieron que el Khimki se coronase como campeón de la Eurocup, con Planinic alzando los brazos con un MVP más merecido que nunca.



Foto Euroleague/Getty


Intercambio de golpes sin brillo

Se llama Zoran Planinic, nació en Mostar, es croata, juega en Rusia y desde este domingo es uno de los grandes enemigos de la afición taronja. Tres siglas acompañarán siempre su nombre en las pesadillas valencianas. Las de todo un MVP. En un primer acto gris, descafeinada, el base del Khimki aportó lucidez y tiró desde el primer momento del carro de su equipo, que estuvo casi siempre por delante en el marcador.

Dos tiros libres de Rafa Martínez y un par de minutos llenos de errores en ambos conjuntos fueron la antesala del primer aviso de la conexión Planinic-Loncar. El conjunto local amenazaba con irse tras un triple de Vyaltsev y la posterior penetración, alfombra incluida, de Zoran (9-4, m.4).

La segunda falta personal de Loncar y la defensa valenciana propició la reacción visitante. Sin grandes alardes, sin acciones espectaculares, pero con el oficio y la seriedad que llevaron al equipo hasta la final, el Valencia BC se puso por delante tras dos tiros libres de De Colo (11-12, m.8), si bien la superioridad rusa en el rebote y un triple de Kelati desde cerca de Eritrea, le dieron una ventaja mínima al equipo del noroeste moscovita al término del primer periodo: 16-15. Quedaba tanto…

La magia de Planinic

No pudo empezar de forma más negativa el segundo periodo para el Valencia BC, que pese a su falta de lucidez en ataque, si había resistido en el marcador era por su concentración y solidez defensiva. Al diablo en dos minutos, de la mano de un Zoran disfrazado de verdugo.

Fridzon dio el aviso y Planinic hizo el resto, en unos minutos de locura, los mejores de toda la primera mitad. El croata robo el balón para asistir a Quinn, que anotó con facilidad. En la jugada siguiente, como si fuera el más alto de los pívots, aprovechaba la pantalla para aparecer en la zona rival y anotar sin pestañear. Segundos más tarde, volvía a romper la defensa española con una penetración imposible de parar.



Foto Euroleague / Getty


Gigante en el control del tempo del partido, excelso en defensa, líder en cada centímetro del parqué, el base volvía a aparecer para postear en la zona con éxito y, una jugada más tarde, elevaba lo de brillante a excelso para asistir a Loncar para que este pusiese la máxima ventaja del Khimki en todo el partido: 28-19 (min.14). Se encendían las luces de emergencia.

Dos hombres salvaron al conjunto de Perasovic de la debacle en el periodo. El primero fue un Faverani que parecía empeñado en ser el héroe de la Eurocup. El segundo, otro pívot, Lishchuk, capaz de encadenar un par de canastas seguidas, la última tras un pase de fantasía deNando De Colo, para mantener las constantes vitales visitantes.

La gran defensa valenciana evitaba que el BC Khimki se encontrase cómodo en el estático, anotando únicamente con contraataques culminados por Pushkov y Zhukanenko, antes del chispazo final de magia de Planinic, que con cinco puntos consecutivos y un canastón rozando el bocinazo (37-30), le mandaba un mensaje a su oponente: para ganar el título habría que tumbarle a él.

El silencio de la remontada

No daba lugar a la esperanza el inicio del tercer cuarto para el aficionado taronja. En los primeros compases, como si jamás hubiese existido el descanso, se repetía el mismo guion, con Planinic luciendo una marcha más que el resto y una espesura en ataque del cuadro valenciano que dificultaba la remontada (41-32, m.22). Hasta que llegó él.

Hay jugadores cuyo nombre suena a estrella. No es el caso de Serhiy Lishchuk. Nombre complicado, país con un baloncesto virgen. Un tipo normal, sin estridencias, que no regala grandes titulares de prensa ni suele protagonizar las jugadas de la semana. Empero, un profesional fantástico, ejemplar, imprescindible. De puntillas, como siempre, como si sus 210 centímetros ya bastasen por sí mismos para llamar la atención sin tener que provocar estruendos sobre la pista, el ucraniano tomó el testigo en ataque sin fallar nada en la zona y su conjunto empezó a volar.



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Todos los balones buscaban sus manos. Bien secundado por Caner-Medley, impagable su labor en todo lo que no era anotación en estos minutos, e impulsado por la excelente defensa de sus compañeros, Serhiy se inventaba dos canastas aderezadas con tiro adicional y volvía a emerger, tras una jugada en homenaje al juego en equipo, para colocar a su Valencia Basket por delante (43-44) pasado el ecuador del segundo periodo.

No obstante, los hombres de Kurtinaitis tiraban de orgullo para reengancharse al encuentro gracias a un triple de Quinn y, después de cuatro puntos de Loncar, volvían a tomar la iniciativa (50-45, m.28). Como si no hubiera pasado nada. Aunque sí lo había hecho. La exhibición anterior del ucraniano rellenó el cargamento de fe del cuadro español y Caner-Medley dio el último arreón para ponerle la guinda al soberbio cuarto de su equipo.

Nik, todo corazón, no dejaba de provocar faltas, capturar rebotes y permitir segundas opciones a los suyos. El salvavidas de Massachusetts funcionaba. Y de qué forma. Por ello, cuando se colgó del aro con rabia y violencia, a pocos segundos para el final, la remontada era un hecho. Cinco puntos consecutivos con su firma hacían que todo empezase de cero. Lástima que Kelati, sobre la bocina, se empeñase en aguar el cuarto perfecto de su oponente: 52-50. Sin hacer ruido, en silencio, lo más complicado se había logrado.

Cuento de hadas sin final feliz

A las primeras de cambio, bofetada a su oponente. Claver, en contraataque perfecto, se la jugaba desde más allá de 6,75 para darle sentido a todo lo trabajado en los 10 minutos anteriores. El Valencia BC se ponía arriba de inicio y el momento parecía idóneo para la ruptura. Sin embargo, Fridzon abrió el cajón de la experiencia para frenar la ilusión taronja con una dosis infinita de coherencia. Canasta, robo y asistencia a Monya para que se estrenase con un enorme mate. 6-0 en un instante. Un partido diferente en segundos (58-53).



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Perasovic pidió tranquilidad a sus chicos. Los tiros que se salían ya encontrarían aro y la batalla del desgaste podría caer de su lado. Y lo hizo de la manera más insospechada viendo los 33 minutos anteriores: a golpe de triples. De nada servía la inspiración de Loncar o el aumento de los decibelios en el pabellón moscovita. Caner-Medley enseñaba el camino con un triple, De Colo le imitaba con otro y el propio Nik se la volvía a jugar para empatar el partido a 66, a falta de dos minutos para el final.

En ese momento se paró el tiempo. El viaje de la ilusión, con 200 aficionados al cuadro taronja desplazados a tierras rusas, cobraba más sentido que nunca. Las pantallas gigantes de La Fonteta brillaban más. Hasta el rival parecía más pequeño. 66-66 y el título por decidir. Y todo gracias a la clase de ese miembro del Quinteto Ideal que tanto aroma a MVP desprendía. El guion parecía idílico. Partido complicado, en la casa del rival, remontada a tiempo, un héroe ejerciendo de tal y dos minutos para colorear el lienzo más perfecto, el cuadro del tercer entorchado continental del Valencia Basket. La realidad le ganó a la literatura.

Fridzon devolvía la moneda a su oponente con otro enceste de tres puntos y la pérdida, a continuación, de Rafa Martínez, dificultaba más que nunca una remontada que ya nunca llegó, con Quinn matando al conjunto español desde la línea de personal (73-66).

Cuando todo ya parecía perdido, dos tiros libres anotados y un robo tras saque de fondo hacían ver la luz al Valencia BC. Pietrus iba dispuesto a dejarse el alma en el mate, pero su compañero en el combinado galo Gelabale despertaba del letargo para taponar. En un pestañeo, el balón caía a manos de Nielsen, irónico y cruel destino, para que el ex pusiese la sentencia de un encuentro. Habría más puntos, sí, pero el final ya estaba escrito y pintado de amarillo: 77-68. Como en los cuartos de 2009, otra vez el BC Khimki ejercía de verdugo valenciano. Esta vez dolía mucho más.



Foto Valenciabasket.com


La afición local se volvía loca por ver a su equipo, que se quitaba las espinas clavadas de antaño y el disfraz de perdedor, tejido entre las decepciones de la FIBA Cup de 2006 y la Eurocup de 2009. Mirada al cielo y dedicatoria a Alex Petrenko. ¿Cómo iba a imaginar el mítico capitán, allá por 2006, cuando falleció en aquel maldito accidente de tráfico, que su equipo se haría tan grande?

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