Tras esta reciente edición de la Copa
del Rey de Málaga 2014, resulta llamativo como edición tras edición
de la Copa del Rey no solo en el deporte de la canasta sino que
incluso en otras disciplinas el ser anfitrión de una competición
tan corta e intensa como la Copa del Rey no garantiza ni mucho menos
que se puedan tener opciones de poder ganarla sino que incluso el no
ser capaces de realizar un buen papel en la misma. Analizando las
diferentes ediciones que se han dado en la copa destaca que el equipo
anfitrión que tiene una gran parte de la afición a su favor, que
cuenta con el factor pista, que conoce a la perfección de pista y
los aros, que se evita un desplazamiento para jugar, que puede tener
un apoyo por parte de los árbitros, etc. Nada. La mayoría de
ocasiones el equipo anfitrión acaba siendo eliminado en varias
ocasiones en el primer partido y sin ofrecer una gran imagen en la
competición.
Partiendo desde el origen de la Liga
ACB (copa del Rey desde 1984 a 2014) en 30 ediciones solo en las
ediciones de Zaragoza 1984 y de Vitoria 2002 han sido las únicas en
las que el equipo anfitrión ha sido capaz de ganar ante su público.
La primera ganando el Cai Zaragoza 81 – 78 al FC Barcelona. Y la
segunda, ganando el TAU Vitoria ganando 85-83 también al FC
Barcelona.
Por lo que parece que todo ese ambiente
de favoritismo por tener toda una serie de factores a favor del
equipo de casa se vuelven en contra del equipo anfitrión en
ocasiones generando situaciones de poco lucidez o agarrotamiento y
todo esto lleva en muchas ocasiones a que el papel del mismo en la
competición no sea todo lo esperado que se quiera. Mientras que el
equipo rival que tiene todo en contra revierta toda esa presión a su
favor y alzándose con la victoria como ha sucedido en la mayoría de
ocasiones.
José Mª Honrubia.
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